El Servicio

Recordando nuestro lema “Sin amor no somos nada, porque el amor nos mueve”, debemos hacerlo con el servicio, otra etapa del amor, basadas en la carta de San Pablo a los Corintios (1Co 13,4-8). Por que el lo anuncia diciendo “El amor es paciente…..el amor es servicial.

Lectura Bíblica: “El buen samaritano” Lc. 10, 25-37


Iluminación:

Es necesario aprender a amar, para amar mejor y así lo ha mandado Jesús.

Entonces, el tema que trataremos hoy día es; “El amor es servicial”, para lo cual es necesario recordar que es el servicio:

Servir supone responder con cariño a las necesidades concretas de los demás, estar atentos para acudir con prontitud en ayuda del prójimo. Servir es pensar en el otro, comprometerse con él, poner en acción el pensamiento y el deseo de ayudar. Jesús es el servidor de Dios y de los hombres y por eso pasó por el mundo haciendo el bien. El servicio se hace siempre con actitud de humildad para no humillar a quien se sirve. El servidor auténtico es el que se hace siervo, consienten y libremente.

¿Soy servicial? :

El Servicio

Según nuestra formación cristiana nos han enseñado ser serviciales y se nos desarrolla una preocupación por las necesidades de los demás y esto nos hace ser menos egoístas, más abiertos… Uno se va doblegando a las necesidades del momento y presta atención a las personas que nos rodean y esta atención se transforma en prevención, a la vez esta delicadeza alimenta y hace crecer el amor, ya sea conyugal, paternal, filial, fraternal, etc. Todos estos servicios son otras tantas manifestaciones recíprocas del amor de Dios.

El servicio no siempre es fácil debido a los diferentes temperamentos de las personas, algunas más egoístas, más replegados sobre sí y el servicio a los demás les exige un esfuerzo constante para salir de ellos mismos, pero si no lo hicieran se convertirían en personas aisladas, pobres y encerrados en su egoísmo. Otros por el contrario muy generosos y abiertos por naturaleza, dispuestos a realizar todo servicio encomendado; pero el peligro de ellos es caer en el activismo por exceso de generosidad, terminando agotados y vacíos por este “mirar hacia fuera” de sí.

Como cristianos bautizados somos hombres y mujeres renovados por el Espíritu Santo, viviendo a la escucha del Espíritu que habita en nosotros, suponiendo una conversión permanente y distanciándonos de los movimientos primarios de nuestra naturaleza. Esto significa que hay que vivir en oración. Cuanto más se ora, más se expone uno a la presencia del Espíritu Santo, nos hacemos dóciles a sus impulsos; él nos impulsará, según nuestra naturaleza, a un mayor servicio o nos frenará para que no tomemos el puesto de los otros.

No debemos confundir el servicio al Señor con un despliegue de actividades excesivo proveniente de la buena voluntad. (Iglesia) El Señor nos pide que lo escuchemos igual que María y no con el que hacer de Marta; Él nos dirá lo que debemos hacer, no significa que es pura contemplación o acción, sino la norma fecunda de la acción y seguir la voluntad de Dios…. Con otra palabras, no es que haya que hacer una cosa porque sea buena, sino que antes hay que discernir la llamada de Dios.” He ahí lo que Jesús quiere de nosotros; Él no tiene necesidad de nuestra obras, solamente de nuestro amor”. Debemos dar lo mejor, recibir y amar mucho.

Muchas veces nosotros que nos llamamos cristianos, tenemos innumerables pretextos para ver las necesidades de nuestro prójimo y nos encerramos en nuestros propios intereses personales, perdiendo el sentido de servicio, de darnos, de comprometernos, de ayudar a los demás , no sólo en cosas materiales, sino también en acompañamiento , esto último se refleja muy bien en los ancianos que sufren de soledad y que tan sólo esperan que alguien los visite y les haga compañía , con esto ellos son inmensamente felices y doblemente el que realiza este servicio.

Solo contemplando a Jesús en su Pasión llegaremos a comprender lo que es servir. Jesús muere en la cruz para servir a cada uno de nosotros, y en víspera de su pasión lo dejo demostrado con el lavado de pies. “El hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por nosotros” (Mc. 10,45).

¿Cómo adquiero el Servicio?

Primero como cristianos , estamos invitados por Jesús a realizar un buen servicio tal como él lo realizo en la última cena .


Para adquirirlo debo realizar los siguientes pasos:


1.- Rezando constantemente por ellos.

2.- Ofreciendo tal ayuno o tal sacrificio por sus intenciones.

3.- Aceptando los sufrimientos y las pruebas que nos trae la vida, uniéndolas a las de Jesús crucificado, por sus intenciones.

4.- Gastando nuestra vida, en continua oblación de sí, a través de todos los pequeños quehaceres cotidianos ofrecidos al señor.


Entonces, estamos llamados a darnos a los más pequeños, a los más desposeídos, a los más pobres. Según como servimos a los últimos que encontramos en nuestro camino es como amamos a Jesús. El nos dejo estas palabras que nos enseñas como debe ser el servicio con nuestro prójimo:

Mateo 25, 34-40:


Tuve hambre y me disteis de comer;

Tuve sed y me disteis de beber;

Era forastero y me acogisteis;

Estaba desnudo y me vestisteis;

Enfermo y me visitasteis;

En la cárcel y me vinisteis a ver...

Cuando hicisteis esto con uno de mis hermanos

más pequeños, a mi me lo hicisteis.”


Podríamos resumir que el servicio nace de nuestra misericordia, es decir quien es servicial es misericordioso con todos aquellos que los rodean.


¿Que es la misericordia?:


Es tener el corazón abierto a la miseria de todos aquellos que nos rodean. Juan Pablo II nos dice “Ser misericordiosos no consiste solamente en la mirada, penetrante y compasiva hacia el mal moral, corporal y material de una persona. La misericordia se manifiesta con todo su sentido y fuerza cuando revaloriza, promueve y sabe sacar algún bien de todas las formas de males que existen en el mundo y en el hombre.”


Para Meditar:


1.- ¿Mis obras las realizo por amor a Dios o para mi propio bien?

2.- ¿Doy a los mas desposeído lo que me sobra o lo que mi prójimo necesita?

3.- ¿Soy misericordioso con aquellos que me han ofendido o dañado?

La Paciencia

La paciencia es un valor importante que nos permite comprender y aceptar a los demás como son; para integrar un grupo humano, para constituir una comunidad, es necesario cultivar esta virtud humana y cristiana.
Ante la dificultad, la adversidad, el dolor y la prueba, se hace imprescindible cultivar la ciencia de la paz.

¿Soy paciente?

La Paciencia:

Dios es paciente y se revela a Moisés como “Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad” y como Padre “sabe de que estamos hechos, lento a la cólera y lleno de amor, no nos trata según nuestros pecados.

La paciencia se infunde por el Espíritu Santo a nuestros corazones desde Dios y orientados totalmente hacia Él, suscitándonos el sosiego y la paz.

Para ser pacientes primero debo ser paciente conmigo mismo, porque por el pecado tendemos a caer en las mismas faltas y estas nos desaniman en nuestro camino de conversión y transformación espiritual.

La paciencia es la verdadera manifestación del amor que viene de Dios y que me anima a seguir esperando, porque Dios me ama y espera mi conversión, no significa ser indulgente que lleva a la facilidad y al laxismo.

El ser paciente y misericordioso conmigo mismo hace que yo pueda acoger al otro tal como es, y de mi diario vivir que yo he escogido voy construyendo mi libertad interior paso a paso; siempre orientada hacia Dios.

La paciencia, fruto del amor, construye el amor familiar, en las relaciones, en el trabajo y en nuestro ser, hacemos crecer el amor en quienes nos rodean y la esperanza, dando tiempo para que sean ellos mismos y realicen en sí el plan de Dios.

La paciencia comunica la paz al corazón. Libera los impulsos de violencia en uno mismo y en los demás, creando un equilibrio estable, cual sello de la confianza en Dios; aprendemos a caminar al paso de Dios, tanto en las pequeñas como en las grandes cosas, sin desanimarnos y sin poner obstáculos por querer adelantar los acontecimientos.

Estamos llamados a abandonarnos en sus manos en todo momento, cuando los acontecimientos no están bajo nuestro control, lo mejor es referirlos a Dios y permanecer tranquilos y en paz; que Él los dirija….mientras tanto la paciencia nos libera de la decepción y esta es otro rasgo del apego a nuestras ideas y a nuestros cálculos.

La paciencia nos libera de la irritación, si es muy frecuente, es señal de que nuestra personalidad necesita madurar espiritualmente. La irritación dice que la cruz nos molesta. Cruz es todo aquello que se opone a nuestra voluntad propia en un momento determinado. A medida que vamos madurando, vamos también aprendiendo a acoger la voluntad de Dios en todo lo que nos sucede, dejando de lado nuestra propia voluntad. Tenemos menos nervios y mucha más paz.

La paciencia también nos libera del perfeccionismo moral cuando lo confundimos con la llamada a la santidad. Dios nos pide que le amemos y nos dejemos amar a pesar de nuestras debilidades, tener permanentemente nuestro corazón abierto a su amor.

¿Que me hace Impaciente?:

La impaciencia es una señal de apego a mis proyectos, mis ideas y mis deseos por verlos realizados, y por lo tanto me lleva a manifestar actitudes de cólera, brusquedad, prejuicios, palabras hirientes, mentiras, rivalidades, etc.

Podemos decir entonces que la impaciencia es una señal de egocentrismo. Hago que todo girar en torno a mí y no acepto contradicciones.

Ser impaciente me hace estar fuera del AMOR DE DIOS.


¿Como adquiero la Paciencia?:

Primero hay que decir que la paciencia puede y debo tenerla, ya que si no la tengo, estaría agrediendo a Dios. Para adquirirla debo buscar y conseguir cuatro cosas fundamentales:

1.- Tener la Luz de la Fe: sólo con luz se adquieren todas las virtudes y sin ella caminaríamos en tiniebla.

2.- Estar plenamente convencido que todo lo que poseo procede de Dios. Todo lo que su divina providencia da o permite es por un fin misterioso de AMOR y no por odio.

3.- Ver y Conocer la Luz de la Fe: Dios es la eterna y soberana verdad y solo quiere nuestro bien. El quiere nuestra Santidad.

4.- Tener presente nuestros pecados y defectos. Cuando hemos ofendido a Dios que es nuestro Supremo e Infinito Bien.



Para meditar: ¿Como está mi Paciencia?

• Acojo a las personas tal como son, no como yo quisiera que fueran.
• Acojo con serenidad los acontecimientos que me desagradan, aunque echen por tierra mis mejores proyectos.
• Acojo los imprevistos con paz, aceptando que puedan tener sentido en mi vida, según el querer de Dios.
• Espero que el otro termine para dar mi opinión
• Le doy tiempo a mis amigos para conocerlos mejor
• Acepto con amor los defectos de mi conyugue.
• No espero recibir recompensa de mis buenos actos cada día.