La Envidia

Introducción

Continuando con los temas de este año y bajo el slogan “Sin amor no somos nada, porque el amor nos mueve”, es hoy que hablaremos de la envidia, una actitud concreta de pecado, que nos aleja del amor de Dios y de poder vivir un amor santo.

San Agustin nos dice:
“La envidia es el pecado diabólico por excelencia. De la envidia nacen el odio, la maledicencia, la calumnia, la alegría causada por el mal del prójimo y la tristeza causada por su prosperidad.”

Lectura Bíblica:
Génesis 4, 1-12

Iluminación

El apóstol Santiago sobre nuestra conducta terrenal nos dice:
“Pero si tenéis en nuestro corazón amarga envidia y espíritu de contienda, no os jactéis ni mintáis contra la verdad. Tal sabiduría no desciende de lo alto, sino que es terrena, natural, demoníaca. Pues donde existe envidia y espíritu de contienda, allí hay desconcierto y toda clase de maldad. En cambio., la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, además pacifica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial sin hipocresías”

Motivación: ¿La envidia ha estado presente en mi vida?

Exposición Tema: La envidia:
Envidia viene de la palabra griega “Zelos. Nace por un exceso de celos.
Crece en nuestros corazones por la admiración hacia una persona que irradia una luz ausente en mi vida. Mi persona se vuelve envidioso de aquello que hace en el otro vivir en profundidad lo que yo siento en mi como una herida, que puede provocar en mi una marcada agresividad, capaz incluso de desear o provocar la muerte de la persona envidiada.
La envidia es también una manifestación de la codicia, de la avaricia. Nos hace idolatrar los bienes materiales, especialmente los del otro.
Es un pecado capital. Manifiesta en mí la tristeza, es un rechazo de la caridad.

¿Cómo evito ser envidioso?
La envidia es una gran enfermedad que hay que destruirla con la dulzura y caridad, mediante la benevolencia y humildad.
Evito ser envidioso teniendo una autoestima positiva de nosotros mismo, valorando lo que somos y tenemos. Amando al prójimo y gozando de los sucesos buenos que le acontecen, viviendo los frutos del espíritu; alegría, o paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza.

¿Cómo sano la envidia?
Con la purificación del corazón, con vistas a la verdadera caridad, lo realiza en nosotros la palabra de Dios. San Pedro nos lo recuerda, La Palabra de Dios nos hace renacer y purifica nuestro corazón, para entablar así nuevas relaciones con las personas que nos rodean. “Amaos intensamente unos a otros, con corazón puro, pues habéis sido reengendrados de un germen no corruptible, sino incorruptible, por medio de La Palabra de Dios viva y permanente. Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias. Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura de la palabra.”

Meditación:
1. ¿Aprecio lo bueno y bello que hay en las personas que nos rodean?
2. ¿Que hago yo para erradicar de mi la envidia y no permitir que me haga daño?
3. ¿Ayudo a mi prójimo a superar la envidia?