EL AMOR NO ES ENGREIDO

1.- Oración Inicial:

Oración al Espíritu Santo
Escúchanos, Espíritu Santo,
tú que eres nuestro amigo.
Tú que estás siempre cerca de nosotros,
llena nuestros corazones de tu amor.

Te damos gracias, Oh Padre, porque,
cuando Jesús volvió contigo
Nos enviaste al espíritu Santo
para que ocupara su puesto..

Aunque no podemos verle,
sabemos que está actuando en el mundo,
en todo lo que es bueno y santo,
y en nuestras vidas para que cumplamos
tu voluntad.

Envíanos al Espíritu Santo, te rogamos,
para que moldees nuestras vidas
y nos guíe siempre. Amen

2.1.- Introducción:

¿Que Significa Ser Engreído?
Engreído es aquel que muestra orgullo excesivo por sus cualidades y meritos propios. Que se cree superior a los demás.


2.2.- Lectura Bíblica (Mt. 18, 1-5)

2.3.- Iluminación: Santa Catalina nos dice:
“Quien se ama a si mismo con amor desordenado, no tiene en si la caridad, ya que no me ama… El amor propio despoja el alma de mi caridad, vistiéndola, en cambio, del orgullo, por eso, todo pecado tiene fuente en el amor propio”
“Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino por humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a si mismo” Fil. 2,3

2.4.- ¿Soy Engreído? :

2.5.- El orgullo, la vanidad, “la hinchazón”, son manifestaciones de amor a si mismo, no de la caridad, que es amar a Dios y al prójimo.

El amor propio se descubre cuando doy preferencia a mis pensamientos, a mis ideas y no a lo que Cristo y la Iglesia quieren de mí. Ningún rayo de luz puede atravesar semejante muralla de autosuficiencia.

Tito Colliander, laico ortodoxo nos dice:
“¿Cómo puede recibir un hombre consejos, formación, ayudas, si cree que conoce todo, que puede todo y que no tiene necesidad de ningún consejo?

Debemos despojarnos de esta excesiva confianza en nosotros mismos. Esta, en ocasiones, tan enraizada en nuestro interior que ni nos enteramos de lo encadenado que tiene nuestro corazón. Es precisamente nuestro egoísmo, nuestra excesiva preocupación por nosotros mismos, nuestro amor propio, la principal causa de nuestras dificultades, de nuestra falta de libertad interior en las pruebas, de nuestras contrariedades, de nuestros tormentos en el cuerpo y en el alma.”

“Si quieres llegar al conocimiento perfecto, si quieres agradar a Dios… no te alejes jamás del conocimiento de ti mismo, permaneciendo en el valle de la humildad …descubrirás que no puedes existir por ti misma, que todo tu ser lo recibes de Dios…que te amo antes de que existieras” (Cat. S)

La virgen Maria canta en el Magnificat como Dios “ha puesto los ojos en la humildad de su esclava”, además advierte que Dios “disperso a los soberbios en su propio corazón”

El Padre Laurentin dice: “Los pobres están en la verdad :conocen sus debilidades frente a la grandeza de Dios . Los orgullosos se hinchan, aparentan ser superiores a lo que en realidad son. Concluye diciendo que los orgullosos, cuya ambición e ilusiones sobrepasan sus medios, preparan su propia ruina”.

El orgulloso se prefiere siempre a sì mismo, antes que a los demás, y al compararse se cree mejor, más dotado que ellos. Se olvida o no quiere reconocer que todo lo que tiene, todo lo que él es le llega de Dios.

¿ Cómo se manifiesta el orgullo en mi?

La vanidad: Un deseo y una búsqueda exagerada de honores, grandezas, apariencias, èxitos…, por puro placer personal.

El deseo de saberlo todo, o de querer siempre saber más que lo que Dios ha querido que conozcamos (indiscreciones).

La presunción: estar demasiado seguro de sí mismo; tener una exagerada opinión de sí mismo.

El amor propio: Un amor exagerado de sí mismo que se manifiesta en no poder soportar la crítica, y en negarse a reconocer errores.

La susceptibilidad: sentirse herido por nada, no aceptar las correcciones… sentirse desdeñado (menospreciado) en su amor propio.

El egoísmo: El egoísta centra todo en sí, se busca en todo, se encuentra en todas partes.

La soberbia: una especie de seguro de orgullo, un “creerse algo” que roza el desprecio del otro.
Como se ve el orgullo penetra en casi todas nuestras acciones.
Jesús nos enseña que el orgullo proviene del corazón. El orgullo nos cierra a la fe. El orgullo nos ciega, nos trastorna la cabeza, nos extravía. Jesús nos dice “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. Aunque hayáis hecho grandes cosas, decid: somos siervos inútiles. En definitiva debemos ser pequeños, esta es la virtud cristiana que nos concierne a cada uno de nosotros.

La humildad, que es una mirada objetiva y verdadera sobre sí mismo, ganará terreno en nuestra vida cotidiana, según vaya produciendo en nosotros los frutos de una mayor madurez espiritual… ¡Deseémosla y pidámosla cada día en nuestra oración!


¿Que debo hacer para no ser engreído?

Miremos la imagen de la Virgen Maria pisando la cabeza de la serpiente. La tentación de la serpiente “seréis como dioses”, llevo al hombre a olvidar su condición de “criatura.
Pensemos en pisotear nuestro orgullo, con la gracia de Dios y la humildad de Maria como modelo.

2.6.- Para meditar:

• Me gusta que halaguen y destaquen mis acciones.
• Me gusta llamar la atención de los otros, ya sea hablando fuerte, dejando evidencia de mi presencia, etc.
• En una conversación siempre me empeño en dar mi opinión.
• Mis talentos y virtudes los comparto con los demás o solo los uso para mi bien propio?
• Acepto que otros sean mejores que yo?

3.- Oración final:

Señor:
Concédenos la gracia de aceptarnos pequeños y sencillos, por que así tus nos amas.
Ayúdanos a ser humildes para reconocer nuestros errores cuando por nuestra arrogancia lastimamos a otros.
Ilumínanos para que la sabiduría que nos has dado, la compartamos sin pretender saber o ser mas que los demás.
Te lo pedimos con la ayuda de Nuestra Madre Maria, modelo de humildad, a través de su oración

El Amor no es jactancioso - ¿Soy Jactancioso?

La Jactancia:

“El amor no se hace notar”, no se puede poner en primera fila, como dice San Pablo, ”trompetear por delante”, para hacer el bien. Jesús lo llama “hipocresía”. El verdadero amor es desinteresado y por definición, descentrado de sí mismo. Como se dice, “El amor (el bien), no hace ruido…”
Todo presupone una purificación del amor. Aprendemos a lo largo de los años a liberarnos de esta “sed” por ser conocidos, de buscar incesantemente la aprobación de los demás.; dice Jesús: “Practicamos nuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos”
(leer libro pag.54)

¿Cómo evito ser jactancioso?

Jesús recetó algunos antídotos concernientes en abajarse y colocarse en el último puesto:
Por medio de una parábola Jesús les enseñó: ”Cuando sean invitados por alguien a una boda, no se pongan en el primer puesto, no sea que haya sido convidado otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: “Deja el sitio a éste”, y entonces vayas a ocupar, avergonzado, el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en él último puesto, de manera que cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce será humillado; y el que se humille, será ensalzado”.
O también: “El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, sea el esclavo de todos”:

“El amor no es Jactancioso”…, Esto concierne a nuestras palabras. El amor mide nuestras palabras, aleja de nosotros la vanagloria. En la medida en que cada uno se va revelando a los demás, nuestra vida se transforma en una conversión a nivel de palabras. Tomemos a Maria como modelo “Su silencio interior transforma en perlas finas cada una de sus palabra “. Por ello hagamos que cada una de nuestras palabras sean el fruto de nuestro silencio.
El silencio interior es una hermosa experiencia en la que podemos conectar con lo más puro y elevado de nuestro ser espiritual. Es un estado en el que nuestra mente y nuestro intelecto van más allá de todos los asuntos mundanos, de todo el ruido generado por los pensamientos que creamos acerca de las situaciones externas, tareas, conversaciones, informaciones recibidas, etc.
El silencio interior es como acceder a un espacio sagrado en el que brilla nuestra esencia, el alma, como un radiante punto de energía espiritual, que irradia sus cualidades intrínsecas de amor, paz, pureza y dicha. Nos permite a la vez el abrirnos a la fuente divina de luz y poder espiritual.

Jactarnos con nuestras palabras, charlas prolongadas, secretos no guardados, curiosear en la vida de los demás, contarse intimidades, nos conduce a exhibir nuestra vanidad humana y es caldo de cultivo para una vida superficial que nos impide escuchar la Palabra de Dios en nuestro corazón..
Midamos y dominemos nuestras palabras. Pidámosle al Espíritu Santo que nos de esta Gracia.
Más Vale Callarse y Ser Discreto,

El Amor es Discreto: Santa Catalina dice:
“La discreción aparta nuestro cuerpo de las delicias y delicadezas de este mundo, nos aleja de la sociedad de lo mundano y nos acerca a lo de los siervos de Dios. Regula todos los miembros del cuerpo para que sean modestos y dueños de si. El ojo no mira lo prohibido, solo ve ante el la tierra y el cielo. El oído huye de los discursos placenteros, halagadores, disolutos, y de conversaciones maledicentes; en cambio esta atento a escuchar la Palabra de Dios y las quejas del Prójimo para compartir y aliviar sus necesidades.”
“La discreción no es otra cosa que el verdadero conocimiento que el alma debe tener de si misma y de mi persona. La Discreción no seria una virtud y no produciría frutos de no estar arraigada en la virtud de la humildad, ya que la humildad procede del conocimiento que el alma tiene de si misma.”
“Sin la Humildad, el alma seria indiscreta. Y la indiscreción tiene su fuente en el orgullo.”
“Los que poseen la virtud de la discreción. Dan al prójimo lo que le es debido, sobre todo el afecto que procede de la caridad, así como la humildad.”

Para meditar:

1.- ¿Me he dado cuenta que ser jactancioso es más fácil de lo que creía?
2.- ¿Cuándo he sido jactancioso?, ¿me gustó serlo?
3.- ¿Estoy dispuesto ayudar a otros para que no lo sean?

Oración

Señor, enséñame a no hablar
Como un bronce que retumba
O una campanilla aguda
Sino con amor.
Hazme capaz de comprender
Y dame la fe que mueve montañas,
Pero con amor.
Enséñame aquel amor que es siempre paciente y siempre gentil,
Nunca celoso, presumido, egoísta y quisquilloso,
El amor que encuentra alegría en la verdad,
Siempre preparado a perdonar,
A creer, a esperar y a soportar.
En fin, cuando todas las cosas finitas
Se disuelvan
Y todo sea claro
Haz que yo haya sido el débil pero constante
Reflejo de tu amor perfecto.”
Así sea