Adviento 2008

La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir:

"VENIDA"

Es el tiempo en que los
cristianos nos preparamos
para la venida de Jesucristo.

Para hacer con especial finura
el examen de nuestra
conciencia y de mejorar
nuestra pureza interior para
recibir a Dios.

Es el momento para ver cuáles
son las cosas que nos separan
del Señor y quitarnos todo
aquello que nos aleja de Él.

Ten presente "QUIEN ES EL
QUE VIENE, DE DÓNDE
VIENE Y POR QUÉ VIENE"


¿Cómo celebramos adviento?

I. Confeccionando una Corona
La corona está formada por una gran variedad de símbolos: Es de forma circular, simboliza el amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

Ramas verdes : color de esperanza y vida.
Cuatro velas : Nos hacen pensar en la oscuridad que provoca el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios.


II. Rezando en torno a la Corona de Adviento.
En familia dispongamos cada día un momento para orar e invitemos a nuestros amigos a compartir un momento de oración.

III. Cantando villancicos
Es un modo de demostrar nuestra alegría y gratitud a Jesús. Escucharlos durante el Adviento ayuda a la preparación del corazón para el acontecimiento de la Navidad.

IV. Siendo solidario con el que tiene menos.
V.- Recibiendo el sacramento del Perdón


Si quieres imprimir este folleto y acompañar tu celebración de Adviento con tu familia, pincha en la imagen e imprímela.


EL AMOR NO ES ENGREIDO

1.- Oración Inicial:

Oración al Espíritu Santo
Escúchanos, Espíritu Santo,
tú que eres nuestro amigo.
Tú que estás siempre cerca de nosotros,
llena nuestros corazones de tu amor.

Te damos gracias, Oh Padre, porque,
cuando Jesús volvió contigo
Nos enviaste al espíritu Santo
para que ocupara su puesto..

Aunque no podemos verle,
sabemos que está actuando en el mundo,
en todo lo que es bueno y santo,
y en nuestras vidas para que cumplamos
tu voluntad.

Envíanos al Espíritu Santo, te rogamos,
para que moldees nuestras vidas
y nos guíe siempre. Amen

2.1.- Introducción:

¿Que Significa Ser Engreído?
Engreído es aquel que muestra orgullo excesivo por sus cualidades y meritos propios. Que se cree superior a los demás.


2.2.- Lectura Bíblica (Mt. 18, 1-5)

2.3.- Iluminación: Santa Catalina nos dice:
“Quien se ama a si mismo con amor desordenado, no tiene en si la caridad, ya que no me ama… El amor propio despoja el alma de mi caridad, vistiéndola, en cambio, del orgullo, por eso, todo pecado tiene fuente en el amor propio”
“Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino por humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a si mismo” Fil. 2,3

2.4.- ¿Soy Engreído? :

2.5.- El orgullo, la vanidad, “la hinchazón”, son manifestaciones de amor a si mismo, no de la caridad, que es amar a Dios y al prójimo.

El amor propio se descubre cuando doy preferencia a mis pensamientos, a mis ideas y no a lo que Cristo y la Iglesia quieren de mí. Ningún rayo de luz puede atravesar semejante muralla de autosuficiencia.

Tito Colliander, laico ortodoxo nos dice:
“¿Cómo puede recibir un hombre consejos, formación, ayudas, si cree que conoce todo, que puede todo y que no tiene necesidad de ningún consejo?

Debemos despojarnos de esta excesiva confianza en nosotros mismos. Esta, en ocasiones, tan enraizada en nuestro interior que ni nos enteramos de lo encadenado que tiene nuestro corazón. Es precisamente nuestro egoísmo, nuestra excesiva preocupación por nosotros mismos, nuestro amor propio, la principal causa de nuestras dificultades, de nuestra falta de libertad interior en las pruebas, de nuestras contrariedades, de nuestros tormentos en el cuerpo y en el alma.”

“Si quieres llegar al conocimiento perfecto, si quieres agradar a Dios… no te alejes jamás del conocimiento de ti mismo, permaneciendo en el valle de la humildad …descubrirás que no puedes existir por ti misma, que todo tu ser lo recibes de Dios…que te amo antes de que existieras” (Cat. S)

La virgen Maria canta en el Magnificat como Dios “ha puesto los ojos en la humildad de su esclava”, además advierte que Dios “disperso a los soberbios en su propio corazón”

El Padre Laurentin dice: “Los pobres están en la verdad :conocen sus debilidades frente a la grandeza de Dios . Los orgullosos se hinchan, aparentan ser superiores a lo que en realidad son. Concluye diciendo que los orgullosos, cuya ambición e ilusiones sobrepasan sus medios, preparan su propia ruina”.

El orgulloso se prefiere siempre a sì mismo, antes que a los demás, y al compararse se cree mejor, más dotado que ellos. Se olvida o no quiere reconocer que todo lo que tiene, todo lo que él es le llega de Dios.

¿ Cómo se manifiesta el orgullo en mi?

La vanidad: Un deseo y una búsqueda exagerada de honores, grandezas, apariencias, èxitos…, por puro placer personal.

El deseo de saberlo todo, o de querer siempre saber más que lo que Dios ha querido que conozcamos (indiscreciones).

La presunción: estar demasiado seguro de sí mismo; tener una exagerada opinión de sí mismo.

El amor propio: Un amor exagerado de sí mismo que se manifiesta en no poder soportar la crítica, y en negarse a reconocer errores.

La susceptibilidad: sentirse herido por nada, no aceptar las correcciones… sentirse desdeñado (menospreciado) en su amor propio.

El egoísmo: El egoísta centra todo en sí, se busca en todo, se encuentra en todas partes.

La soberbia: una especie de seguro de orgullo, un “creerse algo” que roza el desprecio del otro.
Como se ve el orgullo penetra en casi todas nuestras acciones.
Jesús nos enseña que el orgullo proviene del corazón. El orgullo nos cierra a la fe. El orgullo nos ciega, nos trastorna la cabeza, nos extravía. Jesús nos dice “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. Aunque hayáis hecho grandes cosas, decid: somos siervos inútiles. En definitiva debemos ser pequeños, esta es la virtud cristiana que nos concierne a cada uno de nosotros.

La humildad, que es una mirada objetiva y verdadera sobre sí mismo, ganará terreno en nuestra vida cotidiana, según vaya produciendo en nosotros los frutos de una mayor madurez espiritual… ¡Deseémosla y pidámosla cada día en nuestra oración!


¿Que debo hacer para no ser engreído?

Miremos la imagen de la Virgen Maria pisando la cabeza de la serpiente. La tentación de la serpiente “seréis como dioses”, llevo al hombre a olvidar su condición de “criatura.
Pensemos en pisotear nuestro orgullo, con la gracia de Dios y la humildad de Maria como modelo.

2.6.- Para meditar:

• Me gusta que halaguen y destaquen mis acciones.
• Me gusta llamar la atención de los otros, ya sea hablando fuerte, dejando evidencia de mi presencia, etc.
• En una conversación siempre me empeño en dar mi opinión.
• Mis talentos y virtudes los comparto con los demás o solo los uso para mi bien propio?
• Acepto que otros sean mejores que yo?

3.- Oración final:

Señor:
Concédenos la gracia de aceptarnos pequeños y sencillos, por que así tus nos amas.
Ayúdanos a ser humildes para reconocer nuestros errores cuando por nuestra arrogancia lastimamos a otros.
Ilumínanos para que la sabiduría que nos has dado, la compartamos sin pretender saber o ser mas que los demás.
Te lo pedimos con la ayuda de Nuestra Madre Maria, modelo de humildad, a través de su oración

El Amor no es jactancioso - ¿Soy Jactancioso?

La Jactancia:

“El amor no se hace notar”, no se puede poner en primera fila, como dice San Pablo, ”trompetear por delante”, para hacer el bien. Jesús lo llama “hipocresía”. El verdadero amor es desinteresado y por definición, descentrado de sí mismo. Como se dice, “El amor (el bien), no hace ruido…”
Todo presupone una purificación del amor. Aprendemos a lo largo de los años a liberarnos de esta “sed” por ser conocidos, de buscar incesantemente la aprobación de los demás.; dice Jesús: “Practicamos nuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos”
(leer libro pag.54)

¿Cómo evito ser jactancioso?

Jesús recetó algunos antídotos concernientes en abajarse y colocarse en el último puesto:
Por medio de una parábola Jesús les enseñó: ”Cuando sean invitados por alguien a una boda, no se pongan en el primer puesto, no sea que haya sido convidado otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: “Deja el sitio a éste”, y entonces vayas a ocupar, avergonzado, el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en él último puesto, de manera que cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce será humillado; y el que se humille, será ensalzado”.
O también: “El que quiera llegar a ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, sea el esclavo de todos”:

“El amor no es Jactancioso”…, Esto concierne a nuestras palabras. El amor mide nuestras palabras, aleja de nosotros la vanagloria. En la medida en que cada uno se va revelando a los demás, nuestra vida se transforma en una conversión a nivel de palabras. Tomemos a Maria como modelo “Su silencio interior transforma en perlas finas cada una de sus palabra “. Por ello hagamos que cada una de nuestras palabras sean el fruto de nuestro silencio.
El silencio interior es una hermosa experiencia en la que podemos conectar con lo más puro y elevado de nuestro ser espiritual. Es un estado en el que nuestra mente y nuestro intelecto van más allá de todos los asuntos mundanos, de todo el ruido generado por los pensamientos que creamos acerca de las situaciones externas, tareas, conversaciones, informaciones recibidas, etc.
El silencio interior es como acceder a un espacio sagrado en el que brilla nuestra esencia, el alma, como un radiante punto de energía espiritual, que irradia sus cualidades intrínsecas de amor, paz, pureza y dicha. Nos permite a la vez el abrirnos a la fuente divina de luz y poder espiritual.

Jactarnos con nuestras palabras, charlas prolongadas, secretos no guardados, curiosear en la vida de los demás, contarse intimidades, nos conduce a exhibir nuestra vanidad humana y es caldo de cultivo para una vida superficial que nos impide escuchar la Palabra de Dios en nuestro corazón..
Midamos y dominemos nuestras palabras. Pidámosle al Espíritu Santo que nos de esta Gracia.
Más Vale Callarse y Ser Discreto,

El Amor es Discreto: Santa Catalina dice:
“La discreción aparta nuestro cuerpo de las delicias y delicadezas de este mundo, nos aleja de la sociedad de lo mundano y nos acerca a lo de los siervos de Dios. Regula todos los miembros del cuerpo para que sean modestos y dueños de si. El ojo no mira lo prohibido, solo ve ante el la tierra y el cielo. El oído huye de los discursos placenteros, halagadores, disolutos, y de conversaciones maledicentes; en cambio esta atento a escuchar la Palabra de Dios y las quejas del Prójimo para compartir y aliviar sus necesidades.”
“La discreción no es otra cosa que el verdadero conocimiento que el alma debe tener de si misma y de mi persona. La Discreción no seria una virtud y no produciría frutos de no estar arraigada en la virtud de la humildad, ya que la humildad procede del conocimiento que el alma tiene de si misma.”
“Sin la Humildad, el alma seria indiscreta. Y la indiscreción tiene su fuente en el orgullo.”
“Los que poseen la virtud de la discreción. Dan al prójimo lo que le es debido, sobre todo el afecto que procede de la caridad, así como la humildad.”

Para meditar:

1.- ¿Me he dado cuenta que ser jactancioso es más fácil de lo que creía?
2.- ¿Cuándo he sido jactancioso?, ¿me gustó serlo?
3.- ¿Estoy dispuesto ayudar a otros para que no lo sean?

Oración

Señor, enséñame a no hablar
Como un bronce que retumba
O una campanilla aguda
Sino con amor.
Hazme capaz de comprender
Y dame la fe que mueve montañas,
Pero con amor.
Enséñame aquel amor que es siempre paciente y siempre gentil,
Nunca celoso, presumido, egoísta y quisquilloso,
El amor que encuentra alegría en la verdad,
Siempre preparado a perdonar,
A creer, a esperar y a soportar.
En fin, cuando todas las cosas finitas
Se disuelvan
Y todo sea claro
Haz que yo haya sido el débil pero constante
Reflejo de tu amor perfecto.”
Así sea

La Envidia

Introducción

Continuando con los temas de este año y bajo el slogan “Sin amor no somos nada, porque el amor nos mueve”, es hoy que hablaremos de la envidia, una actitud concreta de pecado, que nos aleja del amor de Dios y de poder vivir un amor santo.

San Agustin nos dice:
“La envidia es el pecado diabólico por excelencia. De la envidia nacen el odio, la maledicencia, la calumnia, la alegría causada por el mal del prójimo y la tristeza causada por su prosperidad.”

Lectura Bíblica:
Génesis 4, 1-12

Iluminación

El apóstol Santiago sobre nuestra conducta terrenal nos dice:
“Pero si tenéis en nuestro corazón amarga envidia y espíritu de contienda, no os jactéis ni mintáis contra la verdad. Tal sabiduría no desciende de lo alto, sino que es terrena, natural, demoníaca. Pues donde existe envidia y espíritu de contienda, allí hay desconcierto y toda clase de maldad. En cambio., la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, además pacifica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial sin hipocresías”

Motivación: ¿La envidia ha estado presente en mi vida?

Exposición Tema: La envidia:
Envidia viene de la palabra griega “Zelos. Nace por un exceso de celos.
Crece en nuestros corazones por la admiración hacia una persona que irradia una luz ausente en mi vida. Mi persona se vuelve envidioso de aquello que hace en el otro vivir en profundidad lo que yo siento en mi como una herida, que puede provocar en mi una marcada agresividad, capaz incluso de desear o provocar la muerte de la persona envidiada.
La envidia es también una manifestación de la codicia, de la avaricia. Nos hace idolatrar los bienes materiales, especialmente los del otro.
Es un pecado capital. Manifiesta en mí la tristeza, es un rechazo de la caridad.

¿Cómo evito ser envidioso?
La envidia es una gran enfermedad que hay que destruirla con la dulzura y caridad, mediante la benevolencia y humildad.
Evito ser envidioso teniendo una autoestima positiva de nosotros mismo, valorando lo que somos y tenemos. Amando al prójimo y gozando de los sucesos buenos que le acontecen, viviendo los frutos del espíritu; alegría, o paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y templanza.

¿Cómo sano la envidia?
Con la purificación del corazón, con vistas a la verdadera caridad, lo realiza en nosotros la palabra de Dios. San Pedro nos lo recuerda, La Palabra de Dios nos hace renacer y purifica nuestro corazón, para entablar así nuevas relaciones con las personas que nos rodean. “Amaos intensamente unos a otros, con corazón puro, pues habéis sido reengendrados de un germen no corruptible, sino incorruptible, por medio de La Palabra de Dios viva y permanente. Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias. Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura de la palabra.”

Meditación:
1. ¿Aprecio lo bueno y bello que hay en las personas que nos rodean?
2. ¿Que hago yo para erradicar de mi la envidia y no permitir que me haga daño?
3. ¿Ayudo a mi prójimo a superar la envidia?

El Servicio

Recordando nuestro lema “Sin amor no somos nada, porque el amor nos mueve”, debemos hacerlo con el servicio, otra etapa del amor, basadas en la carta de San Pablo a los Corintios (1Co 13,4-8). Por que el lo anuncia diciendo “El amor es paciente…..el amor es servicial.

Lectura Bíblica: “El buen samaritano” Lc. 10, 25-37


Iluminación:

Es necesario aprender a amar, para amar mejor y así lo ha mandado Jesús.

Entonces, el tema que trataremos hoy día es; “El amor es servicial”, para lo cual es necesario recordar que es el servicio:

Servir supone responder con cariño a las necesidades concretas de los demás, estar atentos para acudir con prontitud en ayuda del prójimo. Servir es pensar en el otro, comprometerse con él, poner en acción el pensamiento y el deseo de ayudar. Jesús es el servidor de Dios y de los hombres y por eso pasó por el mundo haciendo el bien. El servicio se hace siempre con actitud de humildad para no humillar a quien se sirve. El servidor auténtico es el que se hace siervo, consienten y libremente.

¿Soy servicial? :

El Servicio

Según nuestra formación cristiana nos han enseñado ser serviciales y se nos desarrolla una preocupación por las necesidades de los demás y esto nos hace ser menos egoístas, más abiertos… Uno se va doblegando a las necesidades del momento y presta atención a las personas que nos rodean y esta atención se transforma en prevención, a la vez esta delicadeza alimenta y hace crecer el amor, ya sea conyugal, paternal, filial, fraternal, etc. Todos estos servicios son otras tantas manifestaciones recíprocas del amor de Dios.

El servicio no siempre es fácil debido a los diferentes temperamentos de las personas, algunas más egoístas, más replegados sobre sí y el servicio a los demás les exige un esfuerzo constante para salir de ellos mismos, pero si no lo hicieran se convertirían en personas aisladas, pobres y encerrados en su egoísmo. Otros por el contrario muy generosos y abiertos por naturaleza, dispuestos a realizar todo servicio encomendado; pero el peligro de ellos es caer en el activismo por exceso de generosidad, terminando agotados y vacíos por este “mirar hacia fuera” de sí.

Como cristianos bautizados somos hombres y mujeres renovados por el Espíritu Santo, viviendo a la escucha del Espíritu que habita en nosotros, suponiendo una conversión permanente y distanciándonos de los movimientos primarios de nuestra naturaleza. Esto significa que hay que vivir en oración. Cuanto más se ora, más se expone uno a la presencia del Espíritu Santo, nos hacemos dóciles a sus impulsos; él nos impulsará, según nuestra naturaleza, a un mayor servicio o nos frenará para que no tomemos el puesto de los otros.

No debemos confundir el servicio al Señor con un despliegue de actividades excesivo proveniente de la buena voluntad. (Iglesia) El Señor nos pide que lo escuchemos igual que María y no con el que hacer de Marta; Él nos dirá lo que debemos hacer, no significa que es pura contemplación o acción, sino la norma fecunda de la acción y seguir la voluntad de Dios…. Con otra palabras, no es que haya que hacer una cosa porque sea buena, sino que antes hay que discernir la llamada de Dios.” He ahí lo que Jesús quiere de nosotros; Él no tiene necesidad de nuestra obras, solamente de nuestro amor”. Debemos dar lo mejor, recibir y amar mucho.

Muchas veces nosotros que nos llamamos cristianos, tenemos innumerables pretextos para ver las necesidades de nuestro prójimo y nos encerramos en nuestros propios intereses personales, perdiendo el sentido de servicio, de darnos, de comprometernos, de ayudar a los demás , no sólo en cosas materiales, sino también en acompañamiento , esto último se refleja muy bien en los ancianos que sufren de soledad y que tan sólo esperan que alguien los visite y les haga compañía , con esto ellos son inmensamente felices y doblemente el que realiza este servicio.

Solo contemplando a Jesús en su Pasión llegaremos a comprender lo que es servir. Jesús muere en la cruz para servir a cada uno de nosotros, y en víspera de su pasión lo dejo demostrado con el lavado de pies. “El hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por nosotros” (Mc. 10,45).

¿Cómo adquiero el Servicio?

Primero como cristianos , estamos invitados por Jesús a realizar un buen servicio tal como él lo realizo en la última cena .


Para adquirirlo debo realizar los siguientes pasos:


1.- Rezando constantemente por ellos.

2.- Ofreciendo tal ayuno o tal sacrificio por sus intenciones.

3.- Aceptando los sufrimientos y las pruebas que nos trae la vida, uniéndolas a las de Jesús crucificado, por sus intenciones.

4.- Gastando nuestra vida, en continua oblación de sí, a través de todos los pequeños quehaceres cotidianos ofrecidos al señor.


Entonces, estamos llamados a darnos a los más pequeños, a los más desposeídos, a los más pobres. Según como servimos a los últimos que encontramos en nuestro camino es como amamos a Jesús. El nos dejo estas palabras que nos enseñas como debe ser el servicio con nuestro prójimo:

Mateo 25, 34-40:


Tuve hambre y me disteis de comer;

Tuve sed y me disteis de beber;

Era forastero y me acogisteis;

Estaba desnudo y me vestisteis;

Enfermo y me visitasteis;

En la cárcel y me vinisteis a ver...

Cuando hicisteis esto con uno de mis hermanos

más pequeños, a mi me lo hicisteis.”


Podríamos resumir que el servicio nace de nuestra misericordia, es decir quien es servicial es misericordioso con todos aquellos que los rodean.


¿Que es la misericordia?:


Es tener el corazón abierto a la miseria de todos aquellos que nos rodean. Juan Pablo II nos dice “Ser misericordiosos no consiste solamente en la mirada, penetrante y compasiva hacia el mal moral, corporal y material de una persona. La misericordia se manifiesta con todo su sentido y fuerza cuando revaloriza, promueve y sabe sacar algún bien de todas las formas de males que existen en el mundo y en el hombre.”


Para Meditar:


1.- ¿Mis obras las realizo por amor a Dios o para mi propio bien?

2.- ¿Doy a los mas desposeído lo que me sobra o lo que mi prójimo necesita?

3.- ¿Soy misericordioso con aquellos que me han ofendido o dañado?

La Paciencia

La paciencia es un valor importante que nos permite comprender y aceptar a los demás como son; para integrar un grupo humano, para constituir una comunidad, es necesario cultivar esta virtud humana y cristiana.
Ante la dificultad, la adversidad, el dolor y la prueba, se hace imprescindible cultivar la ciencia de la paz.

¿Soy paciente?

La Paciencia:

Dios es paciente y se revela a Moisés como “Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad” y como Padre “sabe de que estamos hechos, lento a la cólera y lleno de amor, no nos trata según nuestros pecados.

La paciencia se infunde por el Espíritu Santo a nuestros corazones desde Dios y orientados totalmente hacia Él, suscitándonos el sosiego y la paz.

Para ser pacientes primero debo ser paciente conmigo mismo, porque por el pecado tendemos a caer en las mismas faltas y estas nos desaniman en nuestro camino de conversión y transformación espiritual.

La paciencia es la verdadera manifestación del amor que viene de Dios y que me anima a seguir esperando, porque Dios me ama y espera mi conversión, no significa ser indulgente que lleva a la facilidad y al laxismo.

El ser paciente y misericordioso conmigo mismo hace que yo pueda acoger al otro tal como es, y de mi diario vivir que yo he escogido voy construyendo mi libertad interior paso a paso; siempre orientada hacia Dios.

La paciencia, fruto del amor, construye el amor familiar, en las relaciones, en el trabajo y en nuestro ser, hacemos crecer el amor en quienes nos rodean y la esperanza, dando tiempo para que sean ellos mismos y realicen en sí el plan de Dios.

La paciencia comunica la paz al corazón. Libera los impulsos de violencia en uno mismo y en los demás, creando un equilibrio estable, cual sello de la confianza en Dios; aprendemos a caminar al paso de Dios, tanto en las pequeñas como en las grandes cosas, sin desanimarnos y sin poner obstáculos por querer adelantar los acontecimientos.

Estamos llamados a abandonarnos en sus manos en todo momento, cuando los acontecimientos no están bajo nuestro control, lo mejor es referirlos a Dios y permanecer tranquilos y en paz; que Él los dirija….mientras tanto la paciencia nos libera de la decepción y esta es otro rasgo del apego a nuestras ideas y a nuestros cálculos.

La paciencia nos libera de la irritación, si es muy frecuente, es señal de que nuestra personalidad necesita madurar espiritualmente. La irritación dice que la cruz nos molesta. Cruz es todo aquello que se opone a nuestra voluntad propia en un momento determinado. A medida que vamos madurando, vamos también aprendiendo a acoger la voluntad de Dios en todo lo que nos sucede, dejando de lado nuestra propia voluntad. Tenemos menos nervios y mucha más paz.

La paciencia también nos libera del perfeccionismo moral cuando lo confundimos con la llamada a la santidad. Dios nos pide que le amemos y nos dejemos amar a pesar de nuestras debilidades, tener permanentemente nuestro corazón abierto a su amor.

¿Que me hace Impaciente?:

La impaciencia es una señal de apego a mis proyectos, mis ideas y mis deseos por verlos realizados, y por lo tanto me lleva a manifestar actitudes de cólera, brusquedad, prejuicios, palabras hirientes, mentiras, rivalidades, etc.

Podemos decir entonces que la impaciencia es una señal de egocentrismo. Hago que todo girar en torno a mí y no acepto contradicciones.

Ser impaciente me hace estar fuera del AMOR DE DIOS.


¿Como adquiero la Paciencia?:

Primero hay que decir que la paciencia puede y debo tenerla, ya que si no la tengo, estaría agrediendo a Dios. Para adquirirla debo buscar y conseguir cuatro cosas fundamentales:

1.- Tener la Luz de la Fe: sólo con luz se adquieren todas las virtudes y sin ella caminaríamos en tiniebla.

2.- Estar plenamente convencido que todo lo que poseo procede de Dios. Todo lo que su divina providencia da o permite es por un fin misterioso de AMOR y no por odio.

3.- Ver y Conocer la Luz de la Fe: Dios es la eterna y soberana verdad y solo quiere nuestro bien. El quiere nuestra Santidad.

4.- Tener presente nuestros pecados y defectos. Cuando hemos ofendido a Dios que es nuestro Supremo e Infinito Bien.



Para meditar: ¿Como está mi Paciencia?

• Acojo a las personas tal como son, no como yo quisiera que fueran.
• Acojo con serenidad los acontecimientos que me desagradan, aunque echen por tierra mis mejores proyectos.
• Acojo los imprevistos con paz, aceptando que puedan tener sentido en mi vida, según el querer de Dios.
• Espero que el otro termine para dar mi opinión
• Le doy tiempo a mis amigos para conocerlos mejor
• Acepto con amor los defectos de mi conyugue.
• No espero recibir recompensa de mis buenos actos cada día.