La Paciencia

La paciencia es un valor importante que nos permite comprender y aceptar a los demás como son; para integrar un grupo humano, para constituir una comunidad, es necesario cultivar esta virtud humana y cristiana.
Ante la dificultad, la adversidad, el dolor y la prueba, se hace imprescindible cultivar la ciencia de la paz.

¿Soy paciente?

La Paciencia:

Dios es paciente y se revela a Moisés como “Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad” y como Padre “sabe de que estamos hechos, lento a la cólera y lleno de amor, no nos trata según nuestros pecados.

La paciencia se infunde por el Espíritu Santo a nuestros corazones desde Dios y orientados totalmente hacia Él, suscitándonos el sosiego y la paz.

Para ser pacientes primero debo ser paciente conmigo mismo, porque por el pecado tendemos a caer en las mismas faltas y estas nos desaniman en nuestro camino de conversión y transformación espiritual.

La paciencia es la verdadera manifestación del amor que viene de Dios y que me anima a seguir esperando, porque Dios me ama y espera mi conversión, no significa ser indulgente que lleva a la facilidad y al laxismo.

El ser paciente y misericordioso conmigo mismo hace que yo pueda acoger al otro tal como es, y de mi diario vivir que yo he escogido voy construyendo mi libertad interior paso a paso; siempre orientada hacia Dios.

La paciencia, fruto del amor, construye el amor familiar, en las relaciones, en el trabajo y en nuestro ser, hacemos crecer el amor en quienes nos rodean y la esperanza, dando tiempo para que sean ellos mismos y realicen en sí el plan de Dios.

La paciencia comunica la paz al corazón. Libera los impulsos de violencia en uno mismo y en los demás, creando un equilibrio estable, cual sello de la confianza en Dios; aprendemos a caminar al paso de Dios, tanto en las pequeñas como en las grandes cosas, sin desanimarnos y sin poner obstáculos por querer adelantar los acontecimientos.

Estamos llamados a abandonarnos en sus manos en todo momento, cuando los acontecimientos no están bajo nuestro control, lo mejor es referirlos a Dios y permanecer tranquilos y en paz; que Él los dirija….mientras tanto la paciencia nos libera de la decepción y esta es otro rasgo del apego a nuestras ideas y a nuestros cálculos.

La paciencia nos libera de la irritación, si es muy frecuente, es señal de que nuestra personalidad necesita madurar espiritualmente. La irritación dice que la cruz nos molesta. Cruz es todo aquello que se opone a nuestra voluntad propia en un momento determinado. A medida que vamos madurando, vamos también aprendiendo a acoger la voluntad de Dios en todo lo que nos sucede, dejando de lado nuestra propia voluntad. Tenemos menos nervios y mucha más paz.

La paciencia también nos libera del perfeccionismo moral cuando lo confundimos con la llamada a la santidad. Dios nos pide que le amemos y nos dejemos amar a pesar de nuestras debilidades, tener permanentemente nuestro corazón abierto a su amor.

¿Que me hace Impaciente?:

La impaciencia es una señal de apego a mis proyectos, mis ideas y mis deseos por verlos realizados, y por lo tanto me lleva a manifestar actitudes de cólera, brusquedad, prejuicios, palabras hirientes, mentiras, rivalidades, etc.

Podemos decir entonces que la impaciencia es una señal de egocentrismo. Hago que todo girar en torno a mí y no acepto contradicciones.

Ser impaciente me hace estar fuera del AMOR DE DIOS.


¿Como adquiero la Paciencia?:

Primero hay que decir que la paciencia puede y debo tenerla, ya que si no la tengo, estaría agrediendo a Dios. Para adquirirla debo buscar y conseguir cuatro cosas fundamentales:

1.- Tener la Luz de la Fe: sólo con luz se adquieren todas las virtudes y sin ella caminaríamos en tiniebla.

2.- Estar plenamente convencido que todo lo que poseo procede de Dios. Todo lo que su divina providencia da o permite es por un fin misterioso de AMOR y no por odio.

3.- Ver y Conocer la Luz de la Fe: Dios es la eterna y soberana verdad y solo quiere nuestro bien. El quiere nuestra Santidad.

4.- Tener presente nuestros pecados y defectos. Cuando hemos ofendido a Dios que es nuestro Supremo e Infinito Bien.



Para meditar: ¿Como está mi Paciencia?

• Acojo a las personas tal como son, no como yo quisiera que fueran.
• Acojo con serenidad los acontecimientos que me desagradan, aunque echen por tierra mis mejores proyectos.
• Acojo los imprevistos con paz, aceptando que puedan tener sentido en mi vida, según el querer de Dios.
• Espero que el otro termine para dar mi opinión
• Le doy tiempo a mis amigos para conocerlos mejor
• Acepto con amor los defectos de mi conyugue.
• No espero recibir recompensa de mis buenos actos cada día.

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