Para vivir la Pascua del año 2009


Cuando en la Vigilia Pascual, el próximo 11 de abril por la noche, el sacerdote marque el año 2009 sobre el cirio, señale las cinco llagas de Cristo y lo encienda con el fuego bendecido, entraremos una vez más en el misterio más hondo de nuestra fe. En nuestro mundo, en el que conviven la vida y la muerte, Cristo glorioso, muerto y resucitado, centro de la fe, de la vida y de la liturgia, es la certeza de la victoria de la luz sobre las tinieblas. Eso es lo que queremos significar cuando la luz del cirio se vaya difundiendo por la asamblea que celebra y, desde ella, por todas las realidades que necesitan de resurrección.



Ver para creer

La celebración de la Resurrección no tendría fuerza si no fuésemos conscientes de la muerte. Sin “ver” las muertes que nos rodean, no podríamos “creer” de verdad en Cristo victorioso sobre la muerte y el pecado. Nuestra fe no tendría sentido. Por eso la Cuaresma, tiempo de preparación personal y comunitaria a la Pascua, nos permite tomar conciencia de las fuerzas de muerte de nuestra sociedad y de nuestra vida personal en cuarenta días de mirada atenta y creyente al corazón y a nuestro alrededor.

Ver los signos de muerte que hay en nuestro propio interior y en el mundo no es pesimismo, sino un esfuerzo por mirarlo todo con los ojos de Dios, que está atento al clamor de los que sufren y a lo que destruye su proyecto de amor y salvación. Él es un Dios que ante todo quiere nuestra plenitud, la superación del dolor y del pecado, y la felicidad de todos sus hijos.

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